III - LAS CONSTELACIONES
(1965)
I - LOS SIGNOS DEL ZODIACO
GÉMINIS
Es extraña nuestra canción. Es demasiado triste y antiguo lo que cantamos. Nuestra canción no nos pertenece. Y si se nos oye en las noches, en las ferias, es porque no somos ajenos al cansancio y la gloria, porque la paz que encontramos alcanzará a cubrir por un día el deseo.
Hemos llamado en ayuda a la fatiga. Hemos subido los muros. Hemos dejado en casa al hermano, al mismo hermano que guarda -quizá sea que volvamos- el gastado cuaderno de sus labios.
Hemos ascendido los mares, uno a uno llegado. Y es que Nave, lo más Sur y vencido, nos guarda. Y tal vez este juego que inventamos, este juego en que ardemos confundidos, ha venido de sus manos a las nuestras.
Y en nuestro corazón, que jamás fue duro, es poniente ahora. Porque pese a que fuimos simples e inalcanzables, hemos sobrevivido al hermano. Lo hemos dejado, ciego y amargo, en sus viajes no emprendidos: sólo trazos de los dedos silenciosos sobre el mapa.
ARIES
Tomamos de la Estación que muere
Los despojos.
Tomamos los añicos lucientes
Del Verano.
Con ellos en la tarde, heridores de Estío,
Entretejemos
El recuerdo pacífico y cruel
Del aire helado.
SCORPIO
Hacia furia este camino:
Esta calle bajo luna, bajo áspera luna,
Sin esquinas. Los prestigios del agua
Que nos muestra sus lentos pilares derruidos.
Algo recordarás aquí de la canción de la tierra,
De la música girante de la esfera.
Algo recordarás de la majestad de los días perdidos,
De los días atados en las manos, como cintas:
Esto es lo que en la noche se acompaña.
Inimitable es la melodía:
Hacia estanque las tardes que bebimos en las calmas oleosas.
Hacia furia conduce esta canción,
Aunque el dulce Noviembre
Nos derribe en estrellas,
Elevados.
PISCIS
Es el Sur quien nos lleva y nos olvida
Hacia el alba postrera. Sus presagios,
Aprendidos sin miedo en las estrellas,
Son tan sólo la forma como el agua
Centellante ha llegado.
ACUARIO
Jugador de tenis de una noche
Al regreso, Acuario, constelado.
Yo no sé si esa prisa que alcanzaste
En tu duro golpear en la fatiga
Tenga un término de paz o de deseo
Sueña, Acuario, caído en los espacios
Todo pleno en tu mudo parecer, en tus heridas
Errante, confundido, entregado
Al oscuro y al cansancio.
Sin embargo a nosotros no es dado
Nunca a tu forma llegar,
Nunca un lugar en tu juego
Entre luces crecidas en alambres.
Los gimnasios del mar son esta brisa,
Estos peces extraños: pobres signos del agua
Que en su ascenso a la dicha se han perdido.
VIRGO
Tú debiste estar
Cuando el sol y espiga
Agosto era un mes tan simple.
Agosto es el mes más simple.
Yo soy ahora quien sueña,
Quien dobla lentamente
En las esquinas.
TAURO
Qué antiguas estirpes del dolor
Vivieron en tus entrañas, toro.
Toro formado a imagen
De mi insomnio.
De qué ocultos guariques, como humo
Surgió tu alma: crótalo negro,
Toro entre banderas.
Crótalo en la selva de la arena dorada.
Si creado contemplo tu amargura,
Tu alma, toro,
Se torna en mí celeste compañero:
Tuyas son como mías
Las fugaces visiones
De esta tierra.
LEO
Madrigales, los cornos, los oboes.
Los malditos silencios de las cuerdas.
Las encíclicas del padre muerto en Roma
Ya después de la guerra en mis mentiras.
Sus mentiras. Los letreros del cine de mi barrio.
Una dulce y sensata podredumbre: los leones.
Qué diré de los leones.
Grises fieras nacidas sin el habla,
Sin el hondo sentido de las violas.
Nunca solos ni perdidos en cinemas.
Nunca en Roma.
CAPRICORNIO
Construimos un burdel que entregaríamos felices a los ángeles.
Pagamos con el diezmo sagrado el pecado abominable.
Abjuramos de la fe ante el hueso caído del patillo.
Sólo así podremos abandonar la casa de los Trópicos girantes.
CÁNCER
Sólo a lujuria y astucia
Es eterno aquí el amor:
Abismo de veladas literarias,
De valses y colectas.
Un plañido de melismas estancadas se levantan
A nivel de arcos y pinos.
Esta es la única canción que balan,
La única canción que aprendieron las jovencitas
En la turbia y seca paz de las historias biblicas.
Sólo cuando la noche descabalgue,
La noche que preludian los tubos talados del órgano
En las iglesias:
Rodará por las calles la nostalgia
Y brillarán al viento
Las luces de los fósforos.
LIBRA
Es noche. Y han llegado,
Venciendo las nubes,
La estrella sutil,
El pérfido planeta
Y la magia
De las regiones áureas.
SAGITARIO
Colmada, conmovida ha quedado la tierra tras tu paso último. Subes: son sombras las que arrastras en tu ascenso, y no es fácil llegar a sus designios.
En el pesar del agua entre los rieles, supiste que en las ramas postreras, donde el sueño y el tedio te elevaron, la caída cansada te aguardaba. No dudaste ya más, vagaste inmerso por las carpas absurdas. Tu inocencia, tu inocencia aprendida en los colegios, ineficaz e inerte, hasta el último día en que agobiado revelaste a tu pena que morías.
Ahora asciendes. Si tu juego y la tarde flotan juntos, sé que existes, extraño y nunca fuerte, frente a aquello que venga de los astros.
II - DIFÍCIL BAJO LA NOCHE
1
Alguna vez existió un hombre marcado por el estigma crudelísimo de la música. Durante sus primeros años vivió solitario en su espíritu, demasiado difícil bajo la noche.
Una tarde, sin embargo, escuchó que sus manos jamás se habían posado sobre algún mortal. Abandonó entonces su habitación y su flauta, y dijo: Noche ondulante, húmedo viajero. Hace ya tiempo que desde el silencio de mi corazón te acechaba. Sin deseo he vagado de ventana en ventana. Debo ahora ascender en tus brazos incontables, noche gemela de las muchas noches.
2
Una melodía inimitable lo colmó, y no fue más la luna presagio de desdichas.
Los altos muros de granados, los densos muros lo acogieron en sus sombras. Dijo su alma a los astros, los jamás solitarios e infinitos: muchas veces soñé con la marea, con el lento reflujo de las rosas en el dulce planeta inconcebible. Sé que de mi corazón y su luz brotarán los días nuevos, sé que la lluvia habrá de negarme para siempre el infortunio.
III - LOS MUERTOS
FEDERICO CHOPIN
Que has muerto es verdad, así como es posible
Que nazca quien con encanto
Pueda oírte trinar:
Sea quizá que al morir no recordaras
Que tu blanca y abatida,
Tu Polonia,
Harta estaba del pincel
Del romantico y las ninfas
Sabiamente aferradas a esta tierra.
Hoy el lento esparcimiento del estuco te recuerda.
Las personas que un Sábado prefieren
La tristeza que juzgan elevada
Te retratan y admiran tus cabellos,
Sobre el piano los yesos de la fama,
Mascarillas de muerte, tu suspiro
Ultimo, y tu mano cercenada
Por el tajo fugaz del contrapunto.
GALILEO
Galileo:
Deberías poseer a Gloria Swanson
En un set de palmeras.
Galileo:
El ario errante, Federico,
Te persigue
Y no sabe ni boliche de los astros.
Galileo:
En japetus construyeron
Una pira de lirios para ti.
EZRA POUND: CENIZAS Y CILICIO
1
Tower of Pisa
Alabaster and not ivory. Y eterno,
Para ferias de fascistas
Quien la canta.
Y ebrio ya de belleza y en demencia
(Puede ser que sus ojos sean nuestros)
Rojo mar y el adriático crepúsculo
Y dos guerras herrumbradas en su frente:
Frente a la lívida amenaza de la historia:
Ezra Pound,
Ezra
Y su ejército perenne en pie
De muerte.
Torre de Pisa
Et cinis et cilicium.
2
Ezra:
Sé que si llegaras a mi barrio
Los muchachos dirían en la esquina:
Qué tal viejo, che' su madre,
Y yo habría de volver a ser el muerto
Que a tu sombra escribiera salmodiando
Unas frases ideales a mi oboe.
El milagro se oculta entre lo oscuro
Donde olvido y memoria son tan sólo
Los reflejos de lo áspero y amado,
La ilusion que ha surgido de enebro
Duramente recuerdo tus poemas,
Viejo fioca,
Mi amigo inconfesable.
EL BOSQUE DE LOS HUESOS
Mi país no es Grecia,
Y yo (23) no sé si deba admirar
Un pasado glorioso
Que tampoco es pasado.
Mi país es pequeño y no se extiende
Más allá del andar de un cartero en cuatro días,
Y a buen tren.
Quizá sea que ahora yo aborrezca
Lo que oteo en las tardes: mi país
Que es la plaza de toros, los museos,
Jardineros sumisos y las viejas:
Sibilinas amantes de los pobres,
Muy proclives a hablar de cardenales
(Solteros eternos que hay en Roma),
Y jaurías doradas de marocas.
Mi país es letreros de cine: gladiadores,
Las farmacias de turno y tonsurados,
Un vestirse los Sábados de fiesta
Y familias decentes, con un hijo naval.
Abatido entre Lima y La Herradura
(El rincón Hawai a diez kilómetros
De la eterna ciudad de los burdeles),
Un crepúsculo de rouge cobra banderas,
Baptisterios barrocos y carcochas.
Como al paso senil del bienamado, ahora llueve
Una fronda de estiércol y confeti:
Solitarios son los actos del poeta
Como aquellos del amor y de la muerte.
IV – BEETHOVEN
CUARTETO OPUS 72
Cuando todos salían de la casa,
Erídano, en el fondo me esperabas.
Río de hojas: a través de la herrumbre del Estío.
Tus cauces entreheridos anudabas
A las ramas más altas desde mi alma.
Era el confín de los días de la hierba.
Tus riberas, mi noche
Se cruzaban.
Y mejor, en tu sombra transformada,
Mi pena
Caminando
Te seguía.
Cómo pude apartar de tu paso los caminos
Si era luz de los muelles, floreciendo,
Si nacer era fácil para el árbol
Y es ahora más que un sueño tu tristeza:
Está helada la noche y nada asciende.
CUARTETO OPUS 127
Hacia cólera y mar vamos bajando.
Somos cuatro, portador de serpientes,
Quienes cantan.
Υ es tu cuerpo tendido
Υ es tu muerte
Quien pudo entonces posarse
En tus ojos incontables,
En tus días eternos en los cielos
Portador de serpientes
Portador del abismo
Pobre bestia de luz a quien amamos:
Días tristes νendrán
Cuando no vivas.
CUARTETO OPUS 131
A través de la soledad de los tejados,
Como frutos malvados de la noche
Los últimos cuartetos de Beethoven:
Igual los ha de oír
Quien en deseo vaga
O aquel que solitario yace
Junto a la mujer
Con quien ya jamás ha de soñar.
Gato, mi querido y sordo gato,
Yo sé que a través de tus patas,
A través de tu aciaga cabellera
Y la noche que me envuelve,
Hemos vuelto a beber,
Hemos llegado
A tener un lugar bajo los cielos.
CUARTETO OPUS 135
Υ luego, sobre el Rhin, las muchachas que juegan,
Al donsequi
Υ el recuerdo de Goebbels y Beethoven,
El último cuarteto
Inerte bajo noche.
Υ el fluir amarillo de las aguas
Hasta el áspero froto, cοmo peras,
Εxtrañísimο y sórdido, los tonos
Cono de aire 0 caminos desflecados:
Los bosques de Polonia no son tantos
Si por cada judío que yo he muerto
Se me diera una placa de madera.
Los cuartetos amados, su regreso
Al Café de París en pleno Londres,
A los hijos de perra que aún duermen
Υ copulan a pesar de sus neuralgias.
Υ el concierto en los bosques de Polonia,
Los ministros de cuerda y cada muerto
Agitando en el aire la cultura.
Υ vuelta, sobre el Rhin, las muchachas
[que juegan
Al donsequi.
Υ el recuerdo de Goebbels, los cuartetos
Dolientes bajo noche.
V - CANTOS DE PISAC
CANTO PRIMERO
Digamos que eres un muchacho,
Acaso el que tallara
La sortija del durazno,
Pensemos que ella fue creciendo en tu dedo
Hasta hacerse lejana como un astro.
Digamos que eres un muchacho
Que juega en una nave de piedra
Al abordaje.
Pensemos que atrapaste tu vejez
Con unos garfios,
Inútilmente.
Inútilmente dibujaste sobre tu cuerpo
Al vagabundo cruel
De las islas aladas:
Sin deseo, sin prisa, sin belleza,
Eres solo en la noche del espacio.
CANTO SEGUNDO
¡Un río. Melodía, dios, un río!
El espacio en el cauce de lo alado,
Sordo monstruo tallado por Estío
Entre un triste frescor
Oh, ignorado,
Tan eterno tu Otoño en la caída!
Como garra rapaz: sí enredadera,
Flama amada del tiempo, desvaída
Por la turbia carcancha, tan certera.
Dios oculto en un vientre de roca:
Destrozado, muda espina lanzada
Por la noche fugaz sobre los cantos.
Agotada en sí misma es honda roca
Cegadora de grutas arrancadas
Por las fieras llameantes de amarantos.
CANTO TERCERO
Astronauta,
A mil millas del mundo que los hombres crearan
Para nunca conducir,
Algo conoces de esta tierra
Y algo olvidas,
Algo conoces de las aguas,
Y relatas solitario a tus espacios:
En Atlántida, cuando se hunde océano
Brillan oxidadas las máscaras de los esclavos.
Piensa ahora que te anudas a las tardes
Con el limo en los ojos.
Piensa, con un niño en el pómulo celeste:
A la vuelta está el viento,
El paisaje deleznable de las nieves.
No temas nunca el mar
Que también tiembla.
No juzgues la carrera del Sol
Coronado por los zorros.
Suelta tus manos en los vuelos ajados del alambre:
En la última esquina del tiempo,
Mendigando en retorno, condenado,
Hallarás las mil fases de lo eterno.